En las últimas semanas, en varios de los foros sobre deporte en los que estoy colaborando, ha aparecido de nuevo el concepto de goleada en deporte base. Un tema de estudio y valoración aún no resuelto del todo a nivel federativo.

Resultados, en partidos de fútbol de alevines, (niños o niñas de 10 y 11 años), dónde el marcador termina con un 47-0, o bien un 25-0, casos reales de Canarias y Valencia, por citar algunos, nos hacen valorar de nuevo algunos aspectos de la “competición deportiva” en etapas formativas.

No podemos olvidar que estos resultados, son conocidos de forma global y aparecen más abultados, por la capacidad comunicativa de las redes sociales y de algunos artículos de prensa. Situaciones que, por otro lado, ocurren y han ocurrido de forma periódica en la vasta historia del fútbol.

niños futbolEn muchos de los artículos o comentarios que han ido apareciendo después de estos sucesos, una de las ideas o argumentos más utilizados ha sido el concepto de falta de respeto, un respeto perdido hacia el contrincante que puede verse humillado por el resultado al final del partido.

Quería lanzar tres de ideas a modo de globo sonda, y agradeciendo de antemano, los generosos comentarios que recibiré de mis centenares de habituales y fieles lectores por distintos medios.
Estas aportaciones que haré, de matiz más formativo dejando de lado el aspecto reglamentario competitivo, seguro que nos ayudarán a madurar y evolucionar en este asunto.

1) El entrenador.
Sabiendo que estamos hablando de categorías formativas o de deporte base, este resultado, es consecuencia la mayoría de las veces, de la actitud y las formas del entrenador. ¿Qué aporta a los jugadores este resultado? Un entrenador, en estas etapas formativas, además ser ejemplo, debe valorar y poner en valor la compleja formula, variable y amplia en conceptos, de:

Buen deportista [buena persona] = Técnica deportiva + actitud personal + integración en el equipo – vicios, defectos y aspectos a mejorar.

¿Esta goleada, ayuda a conseguir incrementar el resultado de la formula?

2) “Respeto inverso”
Me gustaría huir de la simplificada etiqueta de “falta de respeto” ante esta situación. Creo que el primer respeto que debemos cuidar es el propio. Demos vivir la coherencia con nuestra forma de actuar y con nuestros principios o valores.
Es un tema profundo, pero en general, actuar únicamente cuando el argumento de peso es sólo si molesta o perjudica a los demás, denota una cierta pobreza interior y falta de formación.

Nuestro actuar debería ser en positivo. Actuar coherentemente con unos principios básicos, de valores y virtudes, unos principios que, bien vividos, nos ayuden a nosotros y a los demás, a ser mejores deportistas y mejores personas.
Quizá hemos dejado de lado, en aras de una supuesta libertad personal, algunos aspectos básicos formativos, muy propios de etapas escolares, bajo los que la persona crece y se desarrolla.

3) #QuererGanarSaberPerder
Utilizo frecuentemente este hashtag para dar visión rápida, comprensible y positiva de la derrota, que nos puede ayudar a educar a través de la derrota: en cada derrota podemos descubrir una oportunidad de mejora, una ocasión en la que nos podemos examinar para ver qué ha fallado y en qué aspectos podemos mejorar, una oportunidad para ver qué debemos cambiar. Puedes leer un poco más del tema en el post que hice sobre: ¿Enseño a querer ganar y saber perder?

niño futbol 2Celebro que cada vez hay más clubs deportivos, independientemente del deporte, que dan más importancia a la ética y a la actuación integral de sus deportistas.

Debemos procurar que, además de dar una formación específica a los entrenadores, se debería nombrar en cada club un responsable de formación, un coordinador pedagógico, responsable de esta función tan importante, porque: nadie da lo que no tiene.

Termino con un trozo del artículo del amigo y compañero José Luís Pérez Triviño, publicado en El Periódico hace un tiempo, a raíz de la fantástica película CAMPEONES, dónde habla sobre el resultado:
“…Y esto también lo muestra inteligentemente la película cuando los jugadores discapacitados desautorizan al entrenador -proveniente de un equipo profesional y para quien «competir es ganar»-, disfrutando con el subcampeonato y compartiendo la alegría de competir con los campeones. Ser subcampeón no es ningún estigma, ni tampoco algo de lo que avergonzarse. Al fin y al cabo, como se pregunta uno de los protagonistas al final de la película: «¿Qué es mejor un marino o submarino?».

Alex Porqueras – @aporqueras