* Artículo publicado en el newsletter de la Federación Catalana de Fútbol, julio de 2021. Revista del Departament d’Òrgans Jurisdiccionals i Comissions de l’FCF.

Los que tenemos la suerte de poder dedicarnos a gestionar equipos de personas, sabemos que además de ser una de las tareas más complejas, es también una de las más agradecidas. Encontrar la persona adecuada, por carácter, formación y experiencia, para un puesto de trabajo no es fácil. Que además esta persona encaje con el horario, sueldo y pueda comprender e implicarse con el proyecto suele ser todavía más complicado.

Si a todas estas variables añades que esta persona debe dedicarse a formar, a ser ejemplo, a educar a un grupo de jóvenes, podemos llegar a la conclusión que es una de las tareas más difíciles.

Navegando por internet, ante la voz “ilusión”, encontramos definiciones del estilo: alegría y entusiasmo que provoca un acontecimiento favorable, esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo o bien viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea… Los amantes del deporte base, en muchos casos deporte formativo, vemos en ello una escuela de aprendizaje, formación en valores y virtudes; un elemento de diversión y como no, también de competición. La UEFA define el fútbol base, como “aquel que juegan las masas a un nivel en el que la preparación y el amor por el deporte es lo más importante”.

Para ser pragmáticos, el salto de la ilusión a la realidad pasa entre otras por ejercerse en el trabajo, el esfuerzo y la perseverancia. Ahí podemos encontrar la conocida expresión: “el único lugar donde el éxito va antes que el trabajo es en el diccionario”.

Una ilusión que materializada tiene mucho que ver con la resiliencia, y como formadores, pasa por concretarse -y ayudar a concretar-, también una lista de tareas, una lista de objetivos concretos, exigentes y asequibles. Una pendiente formativa que nos ayude a conseguir los objetivos propios de esa edad.

Estas tareas y objetivos deben ir acompañados por el conocimiento, por la metodología y el conocer cómo hacer
las cosas. Sé de buena tinta que muchos clubs ansían, se ilusionan, con lograr tener una buena sección de fútbol base
para ayudar en ese proceso formativo, pero sólo algunos de ellos, se han preocupado de formar a sus coordinadores o entrenadores, en cómo actuar y tratar a este grupo de jóvenes deportistas. Recuerda que nadie da lo que no tiene.

Imagen de RoboMichalec en Pixabay

Poder disponer de la experiencia de un profesional de la educación que oriente y complemente la formación deportiva con el crecimiento propio de la edad, en valores y virtudes es fundamental. Algunos clubs están estudiando -aprovechando los días de entreno-, para dar la posibilidad que en alguno de los espacios del Club se puedan realizar las tareas académicas con el soporte del entrenador o delegado y hasta algún padre. También de esta forma, desde el propio Club se conoce la evolución del deportista, para ayudarle a crecer de forma global y no sólo desde el punto de vista deportivo. Es una gran idea que aplaudo personalmente.

Son centenares, me atrevería a decir: miles, los partidos de deporte base a los que muchos de nosotros hemos asistido. En ellos podemos ver como algunos padres, cuando acompañan a sus hijos a los partidos, y desde su lugar como espectadores, no están en el banquillo, deben saber asumir su rol, su actitud. Una actitud, a veces, difícil de conjugar con la pasión por el deporte, pasión que nos hace perder la objetividad en muchos casos. Para transmitir este rol a estos padres, esta idea te puede servir: la misma actitud que tomaríamos con nuestro hijo en el estudio, en sus juegos, es la misma que deberíamos tener en el deporte. ¿Si no le criticamos la estrategia en los videojuegos, ¿por qué lo hacemos en los partidos?

Pep Marí, en una publicación de Twitter: “Un entrenador no es un dispensador de correcciones técnicas, es un educador, un transmisor de valores. Es alguien que forma a aquellas personas que quieren ser mejores”.

Adaptando la famosa frase de Howard Gardner, viene como anillo al dedo para este escrito: no sólo debemos preocuparnos de hacer buenos deportistas, sino hacer que sean buenas personas, porque una mala persona nunca llegará a ser un buen deportista ni un buen profesional.

A menudo, por la presión lógica, pero que debemos colocar en su sitio, no podemos olvidar esta idea, fundamental en categorías formativas: primero personas… después futbolistas. Además, olvidar que la práctica deportiva, sin dejar de lado la competitividad -que es fundamental-, tiene un componente importante de diversión, es olvidarse de lo esencial.

Alex Porqueras – @aporqueras