Hay una frase conocida y repetida que reza así: quienes más nos quieren más nos necesitan.

En muchos escritos de psicólogos y humanistas encontramos otras expresiones del tipo: la familia es la célula primera y vital de la sociedad, una sociedad que debemos construir entre todos. Aunque sea tangencial, te recomiendo un artículo de Antón Costas en El Periódico sobre: «Invertir en la infancia».

Nadie duda que, en el desarrollo y crecimiento durante las etapas iniciales, el deporte, es un elemento fundamental. Un elemento no tan sólo de desarrollo muscular y de habilidades deportivas, sino también como elemento de socialización, de trabajo en equipo, de maestro de virtudes y valores a través de la constancia y el esfuerzo diario.

Para esto, a través de la vivencia diaria, y de la necesaria estabilidad familiar, nos conocemos y descubrimos también nuestra verdad más íntima. Con la interacción entre hermanos y padres, vemos que dependemos unos de otros, siendo parte de una gran poesía, sin ser versos sueltos que difícilmente encajan en ningún sitio.

Difícilmente podemos exigir a nuestros hijos que, en el colegio, en el club o en el equipo deportivo sepan perdonar, respetar o querer, si en la familia, no ven ese ejemplo, si en el hogar no aprenden a amar, a perdonar, a respetar a cada persona y así, abrirnos a los demás.

Como educadores, tanto en el ámbito deportivo como en las actividades extraescolares, ocio y tiempo libre, tenemos que intentar conocer, en la medida de lo posible, la situación que viven en casa los niños o niñas que tenemos a nuestro lado. Procurando a través de nuestro ejemplo y también de nuestra labor diaria, encauzar y facilitar esa convivencia y estabilidad que sabemos tan necesaria.

Tanto en casa, como en el equipo o en la actividad extraescolar que sea, para fomentar la convivencia y el correcto día a día de la actividad, nos interesa fomentar un ambiente afable, un ambiente de caridad, compañerismo y unidad. ¿Cómo? Empezando por usar con frecuencia las palabras “por favor”, “gracias”, “perdóname”…

La mayoría de las veces, la sonrisa es una de las mejores expresiones de cariño que podemos ofrecer a los demás. Viene como anillo al dedo, la conocida cita: “Nunca te olvides de sonreír, porque el día que no sonrías, será un día perdido”, atribuida a Charles Chaplin. Me viene ahora a la cabeza los talleres y las diversas sesiones de formación del gran Toni Fontcuberta (@FontcubertaToni), un “profesional de la risa”.

No olvidemos que el tiempo que pasan, que pasamos, con nuestras familias (excursiones, vacaciones, comidas, etc.) es una oportunidad de servir y conocer mejor a cada uno. Nuestra familia también necesita de nosotros, necesita de nuestro cariño e interés. Si quieres, puedes «darle una leída» a otro post de hace tiempo: ¿Eres padre o entrenador?

Para terminar, recupero aquí una idea que me quedó grabada después de leer el libro “La Paradoja” de James Hunter: “Para servir, servir”, un libro centrado en la esencia del liderazgo. Y que mejor liderazgo que el vivido en la familia o bien en el equipo cuando lo fundamental de un líder ha de ser el servicio.

Alex Porqueras
@aporqueras